martes, 15 de junio de 2010

Ruido

Dejando de lado los sentimentalismos y toda la mamonería que pasaba por mi cabeza ya casi inerte de las desilusiones del amor, me puse a escribir en la escuela... Pero el ruido de mis compañeros, de sus gritos y conversaciones en voz alta, esas que llegan a ser descaradas frente a un profesor, el ruido de los planes de fin de semana, el de los ronquidos de otros, que notengoidea como se puede dormir entre el bullicio y la contaminación acústica producida en el salón por los sonidos salvajes de todos.
Sigo observando... las bocas no cesan de moverse, de bailar, el ruido de las hojas amontonadas del profesor, el de los camiones con materiales de construcción, hasta el ruido mismo que provoca mi lápiz al escribir, me dan ganas de tener un control remoto y bajarle el volumen a la sociedad, escuchar solo lo que yo quiera, que estoy cansada del ruido que no para de molestar.
El ruido esta en todas partes y nunca acallará, porque aún sin este, seguimos percibiendo, sintiéndolo, porque hasta su vacío produce sonido.
El nerviosismo intentaba
apagar la llama de sus venas,
el calor intenso entre
estos cuerpos entrelazados

Los besos eran cada vez mas intensos,
el respirar mas agitado...
las manos del muchacho recorriendo su cuerpo,
semejantes a llamas envolviéndola en fuego.

Ese fuego intenso, fuego de adolescentes,
el que quema, pero encanta,
ese fuego con que que querían
envolverse esa noche...

Pero la chica dio un paso atrás
porque no era su momento,
ni sabe cuando lo será,
la chica tuvo miedo del fuego casi indomable...

Y supo la razón de su miedo,
miedo del espejismo de su amor,
que como todas las mentiras descubrió
que esta historia era solo un error.

Ciega de lo que realmente pasaba
pensando en que su alma gemela encontraba
Despojándose de sus vendas,
ver la realidad desenmascarada.

Sin llantos ni lágrimas
ella le dijo adiós...
rechazando sus migajas de amistad
todas ellas carentes de amor.